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Bucarestinos

Recuerdos de la Exposición Nacional Rumana de 1906

Recuerdos de la Exposición Nacional Rumana de 1906

En lo que hoy es el espacio ocupado por el Parque Carol I, en el año 1906 se celebró la gran Exposición Nacional Rumana para conmemorar el 25 aniversario de la proclamación del Reino de Rumanía, el 44 aniversario de la coronación de Carol I y el 1800 aniversario de la conquista romana de Dacia. La idea de realizar una exhibición de semejante magnitud conectaba con el fenómeno de las Exposiciones Universales que periódicamente se celebraban en los países de Europa occidental y en Estados Unidos desde mediados del siglo XIX y que jugaron un importante papel en la elaboración de la identidad nacional de los países participantes: cada uno se presentaba a sí mismo mediante un pabellón que debía recoger las esencias de la nación (clickar en las imágenes para aumentar su tamaño).

Exposición Nacional Rumana vista general

La exposición se concibió como la representación de toda la nación rumana, incluyendo los rumanos que vivían fuera de los límites de Rumanía, por lo que para evitar una situación política que podía ser incómoda, se invitó también a participar a Austria y Hungría. Adicionalmente, Francia e Italia fueron invitadas por el origen latino que compartían con los rumanos. Bucovina tuvo su propia sección dentro del pabellón austríaco, aunque disponía de dos espacios separados de exposición, una réplica del Monasterio de Putna y una típica casa campesina, mientras que los rumanos de Transilvania también tenían su pabellón, independiente del de Hungría. Además, a los pabellones nacionales se añadieron otros dedicados a la industria, el comercio, la agricultura, la silvicultura y la minería. A continuación, fotografía del pabellón de Austria.

Pabellón Austria

Los arquitectos escogidos para diseñar los pabellones fueron Ştefan Burcuş y Victor Ştefănescu, quienes emplearon todo el vocabulario del recién estrenado estilo neo-rumano, dándole reconocimiento oficial a nivel arquitectónico y demostrando su utilidad para todo tipo de programas arquitectónicos. De este modo, si hasta el momento se había empleado un lenguaje historicista para los edificios oficiales, a partir de ese momento se construyeron en Bucarest en estilo neo-rumano edificios administrativos, bibliotecas, museos, bancos e incluso casas particulares. A continuación, una imagen del rey Carol I.

Carol I

 De aquel importantísimo evento quedan recuerdos que todavía pueden disfrutarse y que ayudarán al visitante a hacerse una idea del impacto que tuvo en el futuro perfil urbano de la capital de la Rumanía de principios de siglo. Un primer y curioso ejemplo lo encontramos en el puente que sortea un pequeño lago muy cerca de la entrada de la calle Lânăriei y bajo el que se sitúa la terraza de un bar. Diseñado en 1906 en estilo neo-rumano por el ingeniero Gogu Constantinescu (1881 – 1965), fue uno de los primeros puentes de cemento armado levantados en el mundo. Se da además la circunstancia que, trabajando para el Reino Unido, Constantinescu fue también el inventor de sincronización de las ametralladoras con las hélices de los aviones, lo que sin duda otorgó una gran ventaja a la fuerza aérea inglesa frente a la alemana y contribuyó a la victoria de los Aliados durante la Primera Guerra Mundial.

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 En la cima de la colina que encabeza la avenida central del Parque Carol I, al final de una amplia escalinata construida a imagen de las famosas escaleras de Odessa que inspiraron a Sergéi Eisenstein en su Acorazado Potemkin, se levanta el imponente monumento antaño dedicado a los Héroes del Comunismo – mausoleo reservado a los líderes del PCR – y que hoy homenajea al Soldado Desconocido. En 1906 albergaba el Pabellón de las Artes de la Exposición, sin embargo, cuando los comunistas alcanzaron el poder lo derribaron por su estilo excesivamente burgués (así consideraban el estilo neo-rumano) y lo sustituyeron por el presente panteón.

Palacio de las Artes ayer y hoy

Muy cerca de allí, aunque fuera de los límites del parque, se levanta el llamado Castillo de Agua, una reconstrucción muy libre de la fortaleza de Poenari, en Argeş, que fue residencia del temido Vlad Tepeş El Empalador (imagen, a continuación).

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De entre los edificios originales de la exposición, también se conserva el edificio llamado Arene Romane, un anfiteatro al aire libre para 5.000 espectadores, construido en estilo dórico, que en ocasiones ha sido considerado como el primer verdadero parlamento de Rumanía al reunirse allí el rey Fernando I con todos los representantes públicos de Rumanía al inicio de su reinado. Actualmente, Arenele Romane se emplean como escenario de conciertos.

Arenele Romane 3

También con motivo de la múltiple conmemoración, el arquitecto Nicolae Ghika-Budesti construyó la Iglesia del Cuchillo de Plata, inspirada en la Iglesia de San Nicolás de Iaşi, en un estilo moldavo, con pinturas exteriores y decoración cerámica, que todavía hoy podemos disfrutar.

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La Exposición también tuvo espacio para obras de menor tamaño pero de igual monumentalidad, como las fuentes, en especial la construida por el alcalde George Grigore Cantacuzino, en estilo neo-rococó, con una gran arcada con la efigie de San Demetrio, patrón de Bucarest, columnas jónicas y un estanque lobulado. También se conservan dos estatuas de gigantes – una de ellas obra del escultor Dimitrie Paciurea - que durante la muestra flanqueaban una cascada de agua.  

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Otra curiosidad que pasa hoy casi inadvertida es una montaña de cemento armado que surge entre los árboles. En aquel momento, el hormigón armado era una novedad en el país y con aquella montaña artificial pretendían los organizadores dar a conocer un nuevo material que supondría una revolución en la construcción de los futuros edificios de la ciudad. Paralelamente, la forma escogida pretendía emular las montañas de Transilvania y mostrarlas a un público poco acostumbrado a viajar.

Falsa montaña

 

1 comentario

ami -

siga adelante. me maravilla que un ojo de estranjero vea tanta belleza en mí querido bucarest.