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Bucarestinos

Bucarest: del Principado de Alexandru I. Cuza al final de la Primera Guerra Mundial

Bucarest: del Principado de Alexandru I. Cuza al final de la Primera Guerra Mundial

Después de casi un año, retomo aquí la serie dedicada a la historia de nuestra ciudad, Bucarest, en el momento en que el coronel Alexandru I. Cuza ascendía al trono de los unificados Principados de Valaquia y Moldavia (encabezando este post, un grabado de Bucarest en 1880).

Aunque los divanes de ambos Principados escogieron al mismo candidato como príncipe, unificando así de facto ambos territorios, no fue hasta 1861 cuando el sultán, teórico soberano de ambos Principados, admitió la existencia de Rumania como estado, con capital en Bucarest, una Asamblea Nacional y con unidad legal, monetaria, administrativa y militar.

Elevada a la categoría de capital, Bucarest inició un profundo proceso de transformación, especialmente a través de la construcción de la Universidad (1864) – imagen, a continuación - y de Sociedad Académica Rumana (1866) – futura Academia Rumana -, dos prestigiosas instituciones que formarían a los cuadros de la nueva administración y a los mejores profesionales del nuevo estado. La influencia francesa, iniciada decenios antes, se hizo todavía más patente en la política, las costumbres y en la arquitectura de la ciudad, aunque no fue hasta el principado – reinado, a partir de 1881 - de Carol I cuando alcanzó su momento de mayor esplendor.

Universitatea

La segunda mitad del siglo XIX fue un período de gran desarrollo industrial, financiero y comercial para Rumanía, hecho que se reflejó en el crecimiento de Bucarest. De acuerdo con las tradiciones arquitectónicas y urbanísticas la École des Beaux Arts de París, se trazaron amplios bulevares, se urbanizaron los márgenes del Dâmboviţa, se diseñaron bellos parques, se levantaron imponentes edificios públicos – el Ateneo, el Banco Nacional, la Banca Agrícola, el Palacio CEC (imagen, a continuación), el Museo de Historia, la Fundación y el Palacio Real, el Palacio Cotroceni, etc. - y se establecieron nuevos espacios colectivos. Los burgueses y la vieja nobleza no se quedaron atrás y encargaron a artistas franceses el diseño y la decoración de sus villas, contribuyendo a convertir Bucarest en una verdadera metrópolis europea. 

Palatul CEC

La rebelión en Bosnia y Herzegovina de 1876 contra el Imperio Otomano así como el triunfo de los Jóvenes Turcos en Estambul produjeron gran exaltación en Rumanía, pero  cuando la nueva Constitución otomana definió al Principado como “provincia privilegiada”, creció la indignación rumana y el gobierno se aproximó al eterno enemigo de los turcos: Rusia. Los rumanos sólo tuvieron que esperar un año para cobrarse la venganza y, durante la guerra ruso-turca de 1877, sus tropas lucharon junto a las rusas en territorio búlgaro, consiguiendo una gran victoria. Rumanía obtuvo así la independencia gracias al Tratado de Berlín (1878) y se transformó en reino, de modo que el 22 de mayo de 1881, Bucarest asistió a la ceremonia en la que Carol I dejó de ser príncipe para convertirse en rey de Rumanía.

Por esas fechas, como una muestra más de reafirmación del carácter nacional, nació el estilo neo-rumano de manos del arquitecto Ion Mincu y enriqueció el horizonte urbano con edificios como el de Casa Doina o la Casa Lahovary. Otros artistas siguieron su escuela, levantando bellos ejemplos como el Museo del Campesino, la Escuela Mavrogheni, la Iglesia de la Princesa Balasa (imagen, a continuación) o el espectacular edificio del Ayuntamiento, entre muchos otros.

Biserica Balasa

En octubre de 1914 fallecía Carol I y, a falta de descendencia, le sustituía su sobrino Fernando I (1914 – 1927). Iniciada la Primera Guerra Mundial y con Europa dividida entre los aliados de la Entente y los de las Potencias centrales, Rumanía mantuvo su neutralidad un par de años pero, ansiando anexionarse Transilvania, Bucovina y el Banato, el Gobierno rompió su neutralidad y en agosto de 1916 firmó un tratado con la Entente.

Tropas alemanas

Tras una rápida y victoriosa entrada de las tropas rumanas en la Transilvania húngara, los búlgaros y los austro-alemanes pasaron al contraataque y el 6 de diciembre de 1916 entraban en Bucarest, donde permanecieron durante dos años; el Gobierno, el Parlamento y el rey huyeron a Iaşi y los ocupantes impusieron a los bucarestinos una estricta censura sobre su vida social y cultural, además de una Administración militar (imagen anterior, tropas alemanas desfilando por Calea Victoriei). Tras dos años de guerra, en noviembre de 1918 el rey Fernando entró de nuevo triunfante en Bucarest y sólo un mes después se firmaba en Alba Iulia la Gran Unión de Transilvania con Moldavia y Valaquia.

 

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