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Bucarestinos

¡Era él!

¡Era él!

El pasado julio se desató una pequeña tormenta política – como la mayoría de las tormentas políticas de este país – cuando, a petición del yerno y del hijo del matrimonio Ceauşescu, se exhumó los cadáveres enterrados en la correspondiente tumba del cementerio militar de Ghencea para comprobar su identidad (ver Escatología a la rumana (2) de 21 de julio de 2010).

Después de meses de investigaciones, el Director General del Instituto Nacional de Medicina Legal de Bucarest, Dan Dermengiu, acaba de confirmar que el varón enterrado en Ghencea es Nicolae Ceauşescu pues el ADN coincide con las muestras tomadas a su hijo Valentín, el único de los tres hijos de los tiranos que todavía vive.

Lo curioso es que el Sr. Dermengiu ha dicho que no es posible confirmar que el cuerpo de la mujer que acompaña bajo tierra a Nicolae sea el de Elena Ceauşescu, pues “no existen suficientes elementos de comparación” para asegurarlo. Es decir, que quizás la Ceauşesca, como se la llamaba en la época, escapó de la ejecución sumaria y ahora vive junto a Elvis en un paraíso tropical.

Los amantes de la teoría de la conspiración tienen el terreno abonado para sus paranoias.

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